jueves, 7 de febrero de 2008

LIGA COMUNISTA REVOLUCIONARIA. FRANCIA


XVIIº Congreso de la Liga Comunista Revolucionaria

Rubèn Quirante

La situación política en Francia está marcada por dos aspectos fundamentales: por un lado la ofensiva liberal capitalista que pretende acabar con las conquistas sociales de la posguerra y por otro el derrumbe-mutación de los partidos tradicionales del movimiento obrero. Mientras que la derecha es de combate y sabe qué intereses defender, la izquierda tradicional (antigua izquierda plural) conoce un giro importante de acomodación al actual sistema. La dirección del Partido Socialista Francés (PSF) ligado cada vez más a los intereses del capitalismomuta al social liberalismo mientras que la dirección del Partido Comunista Francés (PCF) pasa a ser el ala izquierda de éste, desligándose de ese modo de las clases populares.

Todo esto conlleva una degradación de la relación de fuerzas en contra de los trabajadores. Pero a pesar de ello las resistencias sociales existen y aumentan logrando, incluso, arrancar victorias. En ese contexto la experiencia de los que luchan aumenta así como su conciencia, y todo ello, a pesar de las traiciones de las direcciones sindicales y de los partidos de la izquierda tradicional. Esas luchas generan, pues, un divorcio entre dicha izquierda y las clases populares. En ese marco nos encontramos y de ahí subyacen responsabilidades para los revolucionarios.

Responsabilidades a la hora de aportar respuestas para la necesaria construcción de un referente político de todos aquellos que luchan por acabar con la lógica capitalista, comprometidos a lo largo de las últimas movilizaciones contra los ataques a las pensiones, a la seguridad social, a los contratos indefinidos o a la educación.

La LCR tiene por los resultados electorales obtenidos, mediante su portavoz Olivier Besancenot, en las últimas presidenciales así como los resultados de sus candidatos en las legislativas una responsabilidad especial. Lanzar una iniciativa de construcción de un nuevo partido anticapitalista capaz de aglutinar a todos aquellos sectores que luchan con el objetivo de cambiar de sociedad, ya sean jóvenes, sindicalistas, militantes de organizaciones de la izquierda tradicional o corrientes revolucionarias.

Eso era lo que estaba en juego en este XVII Congreso de la LCR: acordar por parte de la Liguelanzar la propuesta de construcción de un nuevo partido anticapitalista logrando el compromiso de todos sus militantes. Se trataba por lo tanto de decidir qué delimitación programática básica debía tener ese nuevo partido anticapitalista así como ver qué tipo de llamamiento hacer, hacia quién dirigirlo y mediante qué proceso.

En lo que se refiere a la delimitación programática básica, el congreso de la LCR ha distinguido entre, militantes antiliberales y direcciones de organizaciones que se autoproclaman como antiliberales, ya que como dicen sus tesis aprobadas con más de un 82% de la militancia:

“La experiencia demuestra sin embargo que dirigentes que se definen estrictamente como “antiliberales” o que caracterizan unilateralmente a la izquierda anticapitalista de contestataria permanecen prisioneros del horizonte social liberal e institucional dominante. Lo que no significa evidentemente que el conjunto del movimiento antiliberal (colectivos, militantes) comparta esta visión estratégica. La discusión se ha desarrollado en el seno de ese movimiento así como en la izquierda radical: ¿puede ser o no compatible un proyecto consecuente de construcción / reconstrucción del movimiento obrero, de una izquierda antiliberal o anticapitalista, con alianzas, conapoyo parlamentario o con una participación gubernamental en coaliciones con el social liberalismo o con el centro izquierda? Ese debate ya ha dividido la izquierda en Italia y en Brasil.”

Esa delimitación es la que permite que ese nuevo partido anticapitalista sirva para las luchas de los explotados siendo una herramienta para llevarlas a cabo y trasladarlas a la escena política con el fin de representar a los explotados y a los oprimidos. De no ser así, ese nuevo partido no tendría sentido ya que no serviría para los intereses del mundo del trabajo. Y es que muchos dirigentes sindicales (ya sean de trabajadores o estudiantiles) o políticos que se autodefinen como antiliberales y que pidieron el NO durante el referéndum a la Constitución Europea, son los mismos que llamaron a la vuelta al trabajo o a no bloquear las universidades en el movimiento de este otoño contra la reforma de las pensiones y contra la ley Pécresse.

La LCR aboga por un nuevo partido que sea un: 

“partido de los trabajadores para la ruptura global con el capitalismo y la transformación revolucionaria de la sociedad, una nueva fuerza política que reanude con las mejores tradiciones del movimiento obrero, al mismo tiempo que saque las enseñanzas de las experiencias de los últimos años.”

En definitiva un partido que tenga como cuestión central:

“la defensa general de los intereses ylas reivindicaciones de los trabajadores, el feminismo, el ecologismo, los derechos de la juventud, los de las poblaciones inmigrantes y los de todos los sectores discriminados así como la cuestión democrática (defensa de todos los derechos democráticos, ruptura con la Vª república, elección de una asamblea constituyente, control de los trabajadores y de la población, poder para las asambleas elegidas en las provincias y en las empresas). Su método: la lucha contra el sistema capitalista y contra la lógica del beneficio y su substitución por la satisfacción de las necesidades sociales, la puesta en tela de juicio de la propiedad privada de los medios de producción con el fin de desarrollar la apropiación pública y social de la economía. Su perspectiva: la repartición de las riquezas, la igualdad social, el socialismo. Su estrategia: la unidad, la independencia de clase, la democracia socialista y el poder de los trabajadores.”

Ese nuevo partido tendrá que haber resuelto algunos problemas claves mediante la experiencia política como por ejemplo:

“la independencia con respecto al Estado y sus instituciones, la relación con éstas (participación en los procesos electorales y acción de los electos) subordinada a la intervención en las luchas y en el movimiento social, el papel central de la auto-emancipación y de la autogestión de la población en la transformación social, el rechazo a toda participación en gobiernos de gestión del Estado y de la economía capitalista. No se trata pues de constituir un partido que esté a dos bandas y que intente hacer compatible la lucha social con el marco fijado por la izquierda social liberal dominante, ni tampoco de una fuerza que presione el Partido Socialista para impedirle “ir más a la derecha”. A las políticas de gestión del sistema, oponemos la ruptura con el capitalismo y la constitución de un gobierno de los trabajadores, hacia la instauración de una sociedad socialista, democrática y autogestionada”.

Un partido anticapitalista que luche por ese proyecto debe ser a su vez democrático e internacionalista. Al primer aspecto, el congreso de la LCR acuerda que ese nuevo partido deberá:

“funcionar democráticamente, asegurarse de que se articule centralización de la actividad y eficacia en la acción, derecho a algunas formas de experimentación, derecho de expresión público de diversos puntos de vista con derecho de tendencia y de fracción, a lo que hay que añadir la mayor transparencia. Deberá dar las garantías de que su dirección refleja la realidad del partido, asegurar el control de las direcciones elegidas por los militantes, así como la rotación de los dirigentes en todos los niveles, es decir dar a cada uno todo su sitio en el combate común.”

En cuanto al internacionalismo, el congreso de la LCR considera que la “lucha por un nuevo partido se inscribe en la de por una nueva internacional, anticapitalista, revolucionaria, democrática, capaz de formular una política para la clase obrera plenamente independiente.”Las relaciones y lazos que se seguirán manteniendo con la IVª internacional deberán, en ese nuevo partido, ser definidas conjuntamente y en total transparencia a lo largo del proceso de construcción.

Para que llegue a buen puerto, este proceso constitutivo debe ser dinámico y no autoproclamatorio. Por ello, el congreso de la LCR hace un llamamiento a:

  • “las mujeres y a los hombres de todo origen, con o sin papeles que piensan que sus vidas valen más que los beneficios;
  • A la juventud que responde “resistencia” cuando se intenta precarizar su futuro;
  • A los militantes de asociaciones, sindicalistas, que actúan a diario en sus barrios o en sus empresas;
  • A los militantes socialistas, antiliberales, comunistas, verdes que ya no aceptan centrear, renegar ni tampoco las medias tintas,
  • A los militantes anticapitalistas, revolucionarios, a todas las organizaciones y corrientes políticas nacionales o locales, que piensan que es hora de unirse más allá de las antiguas divisiones;
  • Y sobretodo a aquellas y aquellos que hasta ahora no han encontrado partido que les de suficiente ganas como para comprometerse…”
  • Un proceso dinámico implica demostrar por la práctica lo que afirmamos y eso pasa por, al día siguiente del congreso, constituir comités por la construcción del nuevo partido anticapitalista. Esto es lo que permitirá ver con claridad el grado de calado que tendrá el proceso. Estos comités estarán, a su vez, coordinados nacionalmente para desembocar en un congreso fundacional de este nuevo partido.

    Para lograrlo la aportación de la juventud será fundamental. Por ello, el congreso de la LCR declara en una moción la importancia de que los jóvenes de este nuevo partido tengan autonomía para marcar su línea de intervención, entendiendo que la juventud sufre una opresión específica y que por lo tanto debe analizar los ataques y decidir como responder. Se dotarán por lo tanto de materiales propios, revistas… eso sí dentro del propio partido y no desde una organización independiente como podía ser el caso hasta ahora de las Juventudes Comunistas Revolucionarias (JCR) con respecto a la LCR.

    La tarea es ardua, pero sin embargo, los revolucionarios no pueden pasar al lado de sus responsabilidades. Deben por lo tanto aportar respuestas a las oportunidades que se les presenten, aunque éstas puedan ser portadoras de problemas y o dificultades. El proceso constitutivo demostrará por la práctica si la orientación apoyada por el congreso de la LCR es correcta y si realmente se logra pasar de un simple reforzamiento de la LCR a la construcción de un nuevo partido anticapitalista que les sea útil a los explotados y a los oprimidos. Como bien concluye el llamamiento público para la construcción del nuevo partido anticapitalista: “Les toca ahora a aquellas y aquellos que quieren “tomar partido” decidir conjuntamente, construir conjuntamente.”

    1 comentario:

    Anónimo dijo...

    Pues a mi me gusta mucho el comunismo, me gusta de lejos, como el marxismo y todo lo que acabe en ismo. saludos