miércoles, 25 de abril de 2007

ANULAN INDULTO VIDELA


Un tribunal argentino declaró inconstitucional los indultos concedidos a los ex jerarcas del gobierno militar Jorge Rafael Videla y Eduardo Emilio Massera, acusados de violaciones de los derechos humanos.

Los beneficios a Videla y Massera habían sido concedidos por el ex presidente peronista Carlos Menem en diciembre de 1990.

Los dos ex integrantes del gobierno de facto (1976-1983) fueron condenados a reclusión perpetua en 1985 por delitos de lesa humanidad.


Precedente

Con la resolución de la Cámara en lo Criminal Federal, vuelven a tener vigencia las penas de impuestas a los ex militares por su actuación en lo que las fuerzas armadas denominaron "lucha contra el terrorismo durante el Proceso de Reorganización Nacional".
Carlos Menem indultó a unos 50 militares entre 1989 y 1990.


Esto sienta un precedente para otros casos similares.

Fueron los abogados Alicia Palmero, de la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos, y Rodolfo Yanzón, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, quienes formularon el pedido de anulación de los indultos.

Videla, quien estuvo al frente del golpe que derrocó a la mandataria constitucional María Estela Martínez de Perón el 24 de marzo de 1976 y fue el primer presidente del gobierno militar, se encuentra actualmente preso por el robo de bebés de desaparecidos, mientras que Massera fue declarado incapacitado.

Lea: España pide extraditar a Videla


El abogado constitucionalista Félix Loñ, dijo que no cree que la situación de Videla y Massera cambie mucho: "Ambos podrían mantener sus sentencias, pero en razón de su edad podrían cumplir las condenas en sus domicilios".

Por la misma causa también habían sido condenados Orlando Agosti, otro miembro de la primera junta militar, y Roberto Viola y Armando Lambruschini, presidente y miembros de la segunda. Todos ellos murieron.

Desaparecidos

Organizaciones de derechos humanos estiman que unas 30.000 personas desaparecieron y fueron asesinadas durante el gobierno de facto en Argentina.

La decisión de la Cámara en lo Criminal Federal es considerada un nuevo paso en la eliminación de las barreras que aún impiden juzgar a ex militares y policías acusados de crímenes de lesa humanidad.

En junio de 2005 se derogaron otras trabas para que la justicia investigar a cientos de ex miembros de las fuerzas de seguridad: las llamadas leyes de Obediencia Debida y Punto Final, aprobadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989).

1 comentario:

Anónimo dijo...

EL “¡VIVA VIDELA!” GUARANÌ
(Luis Agüero Wagner)

“Los pies del hombre descansaron de noche, junto a los pies del àguila, en las altas guaridas carniceras y en la aurora/ pisaron los pies del trueno, la niebla enrarecida/ hasta reconocerlas en la noche o la muerte” (Pablo Neruda)

En los primeros días de marzo de 1977, las fuentes oficiales divulgaron en Asunción que en pocas semanas el Paraguay recibiría a quien algunos consideraban por entonces un ilustre visitante: el presidente de facto argentino, el General Jorge Rafael Videla. Como medida profiláctica, los grupos de tareas de Pastor Coronel habían iniciado con anticipación una cacería de militantes contestatarios que fueron apiñados en dependencias policiales sin orden de detención ni justificación alguna. Se encontraba entre ellos el conocido activista por los derechos humanos y militante febrerista Julián Cubas, considerado por la policía política paraguaya como una amenaza para el Operativo Cóndor y los comandos radioeléctricos de la Policía Federal Argentina, a pesar de su pacifismo y carencia de peligrosidad, dado que quienes tenemos el placer de conocerlo sabemos de su incapacidad para matar una mosca.
Por las mismas fechas, el escritor Rodolfo Walsh hacía conocer su famosa carta abierta a la Junta Militar de Videla y sus compañeros de ruta, después de cuya publicación desaparecería devorado por la vorágine del terror. “Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas” recriminaba Walsh el 24 de marzo de 1977 a quienes en pocas horas serían sus verdugos. Al día siguiente, un pelotón especializado lo emboscó en las calles de Buenos Aires y no volvió a saberse de él.
Casi simultáneamente, eran aprehendidos en Asunción Alejandro Josè Logoluso y Marta Landi(Archivos del Terror, libro W48, 29 de marzo de 1977), quienes luego sufrirían en Argentina un destino similar al de la bioquímica paraguaya y militante febrerista Ester Ballestrino, madre de la plaza de Mayo, arrojada al mar a fines de ese mismo año en los célebres vuelos de la muerte con que se pretendía eliminar “ a todos los que hagan falta”.
Mientras estas iniquidades se sucedían en la semipenumbra, el luchador por la libertad de expresión Aldo Zucolillo publicaba un editorial titulado “Es Fácil pontificar lejos del problema”(ABC, 4/III/77). El paladín de la democracia citado, justificaba en esas memorables líneas todos los asesinatos y desapariciones del Proceso argentino y pedía a los críticos –entre ellos el presidente norteamericano James Carter- que hagan “un sincero esfuerzo por ubicarse en las circunstancias y pensar, con justicia y sin pasión, qué haría uno mismo en su lugar”. Se deduce, pues, que este gran defensor de la libre expresión hubiese actuado exactamente igual que Videla de encontrarse en su lugar.
No seríamos inoportunos si recordáramos al respetable público que Zucolillo contó con el padrinazgo de Stroessner para prosperar en múltiples emprendimientos, así como del general Andrès Rodríguez que alimentó inusitadamente sus finanzas en épocas en que la prensa de más de cien países se hacía eco de sus vinculaciones con el tráfico de heroína marsellesa a Estados Unidos. Y que prodigó tantos elogios al dictador en editoriales y notas de su diario, que se podría empapelar con una copia de cada uno de ellos todo el Palacio de López y el horroroso edificio del Parlamento.
Conociendo a su pueblo “ignorante y supersticioso”, fácil resultó después mencionar en su diario que “la sola presencia de las caperucitas (camionetas de la policía) en los barrios resultaba traumàtica para cualquier ciudadano”(ABC, 29/VII/97). Olvidò mencionar que era precisamente èl, Aldo Zucolillo, quien vendìa a travès de sus concesionarias de automotores esas camionetas Chevrolette a la policía de Stroessner.
El 12 de Diciembre de 1996 el mismo empresario de la prensa declarò a radio Ñandutì que “Yo querrìa que alguien me niegue que los primeros 20 años de gobierno de Stroessner fueron muy constructivos. De que fueron constructivos lo fueron y nuestros editoriales descifraban eso, 20 años de construcciones”.
La pregunta que se impone es: ¿Cuándo empezó la dictadura de Stroessner para Aldo Zucolillo? ¿Vivía bajo una dictadura cuando el 15 de junio de 1974 participó de los festejos del casamiento entre Hugo Fernando Zucolillo con María Oliva Stroessner Mora, o cuando se enorgullecía de la vista de Stroessner “en nuestra casa”(ABC, 9/VII/77)?
Lo más probable es que la dictadura haya empezado cuando se perdieron ciertos privilegios y cuestiones impositivas, sumadas a otras nimiedades. Entonces hizo falta un buen equipo de asesores en materia de “Fè de erratas”, pues como decía Jacobo Timerman, se necesitan a los mejores periodistas de la izquierda para hacer un buen periódico de derecha.
Quienes no creían en el retorno de los brujos, ya ven hoy al nieto de Stroessner creciendo en la política paraguaya y poniendo el pié firme en cada escalón, sin mayores sobresaltos, favorecido sobre todo por la hipocresía de sus detractores, los verdaderos culpables de que ello suceda. Valga este discernimiento, parafraseando a Zucolillo, para que la memoria colectiva no se deje confundir por la inversión de culpas y responsabilidades difundidas por quienes confían en que, de tanto falsear el pasado, la memoria del pueblo flaquee, se desoriente y acabe por absolver a los verdaderos culpables de nuestros males presentes. LUIS AGÜERO WAGNER.